sábado, 29 de enero de 2011

Cuentos Chinos




Un día, hace mucho mucho tiempo. Una niña miraba desde una ventana toda una vida. La vida pasaba así, como una señora. Imponente y explícita como el paseo de aquel niño con aquel perro. El viento eran sus palabras, y al resguardo de aquella ventana, a veces, podía esconderse y obviar sus consejos o acertijos. La niña no tenía tantas ganas de jugar.


La vida se vestía a veces de mujer y se bañaba a las siete con las gaviotas. La vida se vestía de dos caballeros que podrían ser su padre a brindar con cava en la orilla del mar, era dichosa.





La vida ahora era él, que al tocarlo pudo darse cuenta de esa falta de ventana, ya no miraba la vida si no que estaba en ella, sin nada que la protegiera ¿Cuánto tiempo llevaba en la interperie?

Un día, podría ser hoy.
No recuerda en qué momento salió de allí. No recuerda las cosas que han pasado. Solo puede mirarse y reconocer algunas señales que ha dejado en ella el tiempo, unas medias rotas, una autopista interminable… y se inventa su historia.


La ventana ahora solo la puede ver desde fuera y tiene un cartel que dice “se alquila”. La niña que fue la mira y piensa “yo quiero vivir aquí”.
Y un día, podría ser mañana. La antigua niña vuelve a verlo todo pasar. Esta vez el viento y la sal mecen sus ideas y las transforman y erosionan, y puede intervenir en las vidas que completan esa vida en si. Así se baña a las siete con las gaviotas como brinda o estremece frente la arena fria de la noche y el mar. 



Es hora de volver.

2 comentarios:

siloca dijo...

Francasmente no se que esperas... Bonita

anna blau dijo...

si lo tengo todo.. Ah, si, me faltas tu, hoy, en Mercantic