sábado, 15 de enero de 2011

El Grito


Últimamente estoy bastante compulsiva. No se, hago cosas como si fuera el último día, de verdad... una locura. Años a, solo caminaba, y llamaba de madrugada a mi amiga Manu para contarle que estaba en el depósito del Carmelo con los pies colgando a Barcelona  o en la playa de la Barceloneta, daba igual...



 Supongo que había una necesidad de silencio que ahora encuentro en el Atelier, haciendo tocados y otras maravillas.
Aunque nunca descarto las noches ni los días de arremolinar ideas y salir a lanzarlas al mar o a pseudoprecipicios.

Quiero ir a bailar. Pero bailar como una loca. Lo hago cada día con Roc (que Chri ya está en onda de componer y que le dejen su espacio)
Roc y yo saltamos en las camas, corremos los pasillos y no caminamos a lo Pipilota por encima de los muebles porque una tiene conciencia de Wendy, en fin....



Ahora tengo el beneficio del grito en mi viaje diario por la Rabassada, en el segundo mirador yendo hacia Sant Cugat, eso me encanta. Lo genial es que no es tan fácil gritar, de verdad, no es tan sencillo. Llegas con tu coche y te bajas corriendo hacia la valla del semiprecipicio, como si llevaras un parapente y fueras a volar. 


No te lo tienes que pensar porque si no el grito no sale. Similar al bloqueo en un barranco, cuando tienes que saltar a una poza de ocho metros... no hay que pensar.
Entonces, si hago las cosas como debo, el grito sale. Algo como esto ¡Uaaahhhhhhh!. Así que con esa U delante del grito no queda muy de película, pero funciona. Además, justo después de ese punto en la carretera todo es cuesta abajo y, realmente, parece que te has quitado un peso de encima.

Una semana que se va llena de reflexiones. Porque hay semanas que no pasan demasiadas cosas, pero esta semana ha sido la bomba. Y no puedo decir mucho porque yo misma  estoy a la espectativa ¿se puede estar a la espectativa sin espectativas? 
Empiezan los reclamos primaverales, en cuanto a temporada. Y este anticiclón (que se agradece) viene cargado de proyectos y desproyectos, como si ese dicho "la primavera la sangre altera" se hubiese apoderado del invierno dejando los conformismos en letargo, y es que ahora no está el frío que me acobarda ni la posición estática de manta y estufa. Ahora, pese al resfrío de la realidad del invierno voy a ser capaz de irme a una playa y caminar descalza.
Solo una miniplegaria, en plan versito postnavideño,
porque ahora salgo volando (gritando, saltando y más) hacia el Mercantic, que ya voy tarde. Y mañana será domingo inevitable de recibir, siempre tan esperado...
Pero la playa la quiero con anticiclón included, y ahí mi pregaria. Esperad, que pongo foto de plegaria wonderworld.



                                                Dentro de ti un rayo y un calor y una tregua
                                                 Déjalos así mientras pasa el invierno
                                                      tan solo dos días o tres, quizás
                                                  Dame tiempo, sol, a colgar mis botas

                                                                          LoVe

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