sábado, 30 de diciembre de 2017

El Cor Robat



Él es diferente, 
es un oso enorme que lleva tres inviernos sin domir
Por el día  busca la senda por la que se cuela el sol
  un ruido lo enloquece


Pum pumpum pum pumpum


Esconde la mano antes de tirar la piedra y tiembla
En fin,
Encuentra el corazón robado y solo quiere callarlo
 Lo abraza y duerme



Mira hacia arriba
Y ve las hojas entre las nubes.
Desliza sus ojos y, de allí,
Nace un tronco hasta la tierra.
Toma las raíces con sus manos
Y las desliza suavemente al vientre.
Sus alas yacen.
Todo lo que necesita
Está al alcance de sus dedos.
Como un vidente en un teclado
Toca:
Piedra, tierra, raíz, piel, hierba
Piel, hierba, raíz, tierra
Raíz, piedra, tierra, piel


Querida bestia,
Hoy espero que no tengas miedo,
Aunque sea de noche y esta senda esté cubierta de hojas.
Aunque todo haga ruido
y te encuentres solo,
Ya he salido a buscarte.
Cuando por fin te encuentre,
Tu me mirarás con un nudo en los ojos
Y yo te miraré para desatarlo.
Y tiraré el tiempo por la ventana,
Y tiraré del hilo hasta que pueda alcanzarte,
Darte mis brazos hasta donde lleguen.


Sé que te puedo abrazar y sé que no tienes medida.



Tiro del hilo
Dice:
Tu escápula marca el límite en este cerro.
Tus ojos escapan de un cuerpo que yace sobre una tierra, llena de una cima altísima, donde sólo crece un árbol y duermen tres perros. Al árbol le brota el sol de la tarde y es tan alto que por la copa desprende hojas de otro invierno.
Y ella tira de la brizna que desprendes. Tira como las bestias tiran de su cría, dulzura y dientes y el hilo cede.
Deshilacha nube a nube, hoja a hoja. Y una seda que no es de este mundo le surge al paisaje. Al hilo, del tronco, le cuesta la corteza, pero no se parte y sigue el tronco desapareciendo y formando un nido en sus manos. Blanco, verde, cobre, marrón, negro, y sigue a la tierra el hilo. Se deshilachan las piedras como si su mundo solo fuera una ilustración. Mientras, los brazos son como una rueca que buscan el alfiler que mora por su cuerpo. Y ahora un perro blanco y canela que duerme plácidamente mientras desaparece, y ahora otro perro negro del que se lleva el color de un ladrido. Y se deshacen las flores y la rueca de sus brazos baila a toda velocidad haciendo un ovillo y le abraza por la cintura la soledad, el color de aquel día, de aquel árbol, de la tierra, las flores y ahora ya el tercer perro del cual se apropia el tono gris de un suspiro.
Sin capacidad ya de poder mover un dedo por tremenda maraña en brazos y torso se lanza montaña abajo haciendo la croqueta. Ni que decir tiene que se lleva todo por delante, la montaña desaparece y con ella el camino mientras sigue rodando, rodando, rodando. Una crisálida duerme en un río que la lleva.

¿ Te importa que llore un momento? Es por el tiempo que lancé por la ventana.




Me encanta pensar que tenemos un primer beso por delante

FELIZ AÑO A TODAS Y A TODOS

miércoles, 22 de marzo de 2017

La velocidad del alud


En la hoguera de las vanidades, justo recién apagada, yace el vestido de una amantis. En el jardín, pocas delicias. 
El sonido de una aspiradora descarrila una riera seca y silenciosa, los insectos y los gatos allí, se distribuyen un botín lleno de zarzas y se siguen la corriente.

Busca algo que le recuerde quien era, cómo amaba, el gusto extraño y excitante de una cabeza.

En la esquina de todo, una cala mustia.


En la hoguera de las vanidades, justo recién apagada, se han desprendido los bracitos secos de su vestido. Pero la amantis no lo sabe, no le importa y salta igual.

Hurga en los años y encuentra un zapato perdido, aunque le encaja ya no está para llevar tacones y lo lanza como si fuera una piedra que bota en un lago, una moneda en un pozo que reniega a solo caer. 

 Y sigue buscando un objeto que no la obligue a objetar.


Hay un montón de imágenes que se desplazan entre los ojos, las orejas, los orificios de la nariz. Hombres que entran y salen, mujeres que bailan, vinos, tartas, dibujos en los manteles, cuadernos, trenes. Risas que hoy suenan lejanas, como si vinieran de un vecino loco del que nos separan dos metros de muro de contención. 


Y se mueve todo a la velocidad de la luz, 
en medio de un bosque en el que justo ahora sale el sol. 


Se mira en el espejo del tiempo, 
no puede verse y como el vampiro 
vuela a buscar un cuello al que aterrar. 

Solo los amantes sobreviven, 
es tan extraño encontrarse por fin y ya no estar.

En las brasas de las vanidades danzan débiles recuerdos que se queman los pies.


LOVE & HATS