martes, 31 de julio de 2012

Los Hijos

Se me acaban los días de madre a tiempo completo
De echo Roc parte mañana con su sr. Padre y a Chri lo tengo en un campamento musical componiendo su vida sin saberlo. 
Mañana, en cuanto deje a mi Roc iré corriendo a Mercantic a acabar con un tocado que me tiene loca y a empezar con otro que me reclaman

Me parece como si todo este mes me hubiese dormido, laboralmente hablando. Y es que, a ver, los julios son complicados de organizar y, eso, sumado a que yo necesito centramiento a tiempo completo, me ha provocado un desbarajuste considerable 


Que me iba a Marruecos, es cierto, pero una cantidad de extrañas casualidades han hecho de este, un viaje que aun no se sabe 



Así que estoy con la incertidumbre  y con la única conciencia de que en estas dos semanas de "vacaciones" todo puede pasar.
Esta noche, cuando acosté a Roc, al cual yo le llamo muchas veces Roc&Roll, me dijo que me iba a cantar un Roc&Dol (traducido del catalán: Roc&Duele (o duelo) (o del inglés Doll)). Me ha tarareado algo utilizando los sonidos rac-rac-rac y después he salido del cuarto ya melancólica.

Y así he recordado su parto, o sea el mío



La comadrona me sonrió amorosa mientras me ponía las correas y dijo “hoy va a ser el día más bonito de tu vida. No vas a sentir ni un dolor y todo va a salir perfecto”. 
Así que firmamos con tinta invisible el trato. Y así fue.
Yo entré a la sala de dilatación con mi  libro “El Amor” de Margarithe Durás. 
En la sala de espera tres personas, tu tío, la abuela Ami y l’àvia Àngels. Iban entrando a cuentagotas en mi habitación perfecta y yo solo quería las letras. Quería la orilla, los pasos y la arena. Entraban todos y yo respiraba impaciente por volver a mi libro y a ti, a tu océano.
Juro que entraban los rayos de sol por la ventana, eso vi, que entraban los rayos y dibujaban reflejos marinos en las paredes blancas. El ruido era inconfundible. Miraba mi enorme barriga, mi estrella tatuada, mi ausencia de dolor y podía intuirte. Tu piel iba a ser blanca como lirio de agua y tus ojos una turquesa como la copa de un pino. Doctora y comadrona me miraban mientras yo leía y decían que aquello era algo fuera de lo normal.
Tu llegaste a las seis de la tarde. Efectivamente el día más hermoso de mi vida, no había sentido ni un dolor y no hubo ningún problema. Àngels retransmitía las últimas noticias a tu padre que se emocionaba en la Gran Vía de Madrid, bajo la bandera española festejaba irónico tu llegada.
Tu abuela materna, que entró al parto, después me habló incansablemente de flores que se abrían y del milagro de tu existencia.



Las cartas a los hijos son una manera dulce de no perder los recuerdos.
Y bueno, os dejo con esta mother de cocoon y espero estar pronto por aquí dando la vara.

Hasta entonces... Bona nit

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ainsss qué me ha entrado la melancolía a mi también! Como nos gusta a las mamis hablar de nuestros partos! Es inevitable, ves a una señora con un carrito y ya tienes motivo para entablar conversación aunque no te hayas visto nunca antes en la vida: le preguntas como le fue su parto y ya está ella contandote primero y tú después todo con detalle ( centimetros que dilaté, hora del parto, los puntos de después que nos pusieron, ...) Y es que es algo que a las mujeres nos une con un lazo invisible: la experiencia de ser madre, algo maravilloso. Nuestros pekes, nuestra mejor obra de arte. Y la más complicada también. Agotadora a ratos, siempre con la sensación de que podemos hacer más, ... pero al fin y al cabo la más hermosa.

Bueno reina, un beso enorme.

anna blau dijo...

jajajaj si, es verdad. Gracias Mara linda. Besooo