Viven en las azoteas, en los tejados de colores, justo en el espacio entre las tejas y las copas de los árboles. En los canales que la naturaleza dispone entre el trigo y los cañaverales.
Viven en los precipicios de segunda mano, en las sogas defenestradas y en lugares sin razón de ser.
Viven en el corazón de los vivos y en el recuerdo por los muertos.
Viven en las invenciones, en los talleres desordenados, viven dentro de mis ojos y en los tuyos que me miras.
Viven en los dedos y en las cosquillas.
En las películas de Gondry y en todos los sombreros de plumas.
A veces puedo verte clara y serena, desnuda ante las peticiones de la razón... yo cierro los ojos, como el que va a chocar y piensa que así puede esquivarlo.
Una pizca de ti sobre vuela los párpados, la lengua inquieta y te miro seriamente, locura. Debo decirte que te necesitaré a mares si un día preciso amar de veras.
Hay una voltereta en el viento...
hay un soplo de aire bajo el mar
Bon Finde
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