Después de comer cerré los ojos...
Las palabras se sucedían tan lentas que parecían silencio.
Solo caían las hojas, dejando atrás, amarradas a las ramas, más de estas sonrojadas por la lentitud silábica, a punto del desplome, resistiendo.
Y los ojos seguían cerrados mientras las manos ardían con tu fiebre. A las paredes se amarraban las raíces peladas del otoño.
Deslizábamos los pies en la hojarasca con ese abrazo tuyo que siempre me rodea, como dos patinadores que imaginan la nieve y el hielo pulcro, el desafío.
Bona nit y bon dia... lo que os toque
(y por supuesto Love&Hats)
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