Camino
busca a
Señales.
Sin duda, han sido ellas las que la han metido en
Laberinto.
Mientras, detrás de Luz,
va, y la ciega Brillo.
Tiempo tiene la palma ruda y rallada.
Ha sido muy valioso,
pero debes dejar su mano para
agarrar una más pequeña,
más tierna y llena de necesidad.
Laberinto, ahora, no te
ofrece Horizonte.
Aunque {Ahora} sea la paradoja más bella y dolorosa.
Hoy es primavera, y ha de florecer.
Mira hacia arriba, toma un sorbo de
Espacio,
Los pájaros
siempre van a algún lugar.
El buen pájaro, el viento catabático vestido con
susurros empíricos.
Paso deberá ser firme para atravesar las puertas que no se
ven.
Dudar de Confianza siempre te escupe al lado malo de las cosas.
Se han vaciado las palabras, y ahora hay un cuenco enorme
para recibir a esa desconocida que te abrazará en la noche más oscura, que
caminará las playas infinitas y azules, los callejones dibujados y las azoteas
que muestran a Sendero.
Letra, debes ordenarte.
Se ha de amansar a Paciencia.
Semilla crece a su ritmo,
con el agua precisa y con buena tierra.
Sin agua no es justo culparla.
Sin tierra es de locos tanta
expectativa.
A Semilla le cuesta morir y está llena de oportunidades,
vuelve a
ello por motivos estacionales,
con otra fuerza y un nuevo brote.
A Letras le pasa lo mismo,
se ordena correctamente en el lugar oportuno y
no en otro.
La próxima vez que esté en el balcón de la ciudad, no te
pediré escondernos en un bosque. Algunos momentos son valiosísimos y la prisa
los mata.
Prisa quiere tenerte dentro cuando ya te tengo.
A veces, Prisa, no me
deja ver a Claridad.
Cuando tu mirada está llena de explicaciones que callas me
da igual que no me tengas,
porque yo te tengo, en el sentido del verbo que
sujeta y nos agarra con fuerza con tal de que no caigamos.
Sujeto y Verbo somos,
para lo bueno y para lo malo.
Son así las cosas invisibles,
la magia de la que fardo y que
me obliga a perderme tantas y tantas veces.
Siempre estará aquel penúltimo lugar donde
aceptas, por fin, que te has perdido, donde de nuevo se debe aprender a
caminar, se aprende a hablar, se aprende a decir mamá por primera vez, de
nuevo.
Se llama Laberinto y allí, solo se necesitan alas.
Laberinto,
Deja que compruebe el último vértice, el que nunca antes he tocado,
el de la Fuerza Invisible.
escultura de Paco Lasaosa |
- petita i blanca- Toti Soler
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