La Isla del Tesoro

Hace unos años (a veces empiezo así los cuentos a mi Roc), en la playa de Comarruga mi abuela nos mandaba a las duchas justo cuando  caían del cielo decenas de paracaidistas

aquellos juguetes geniales que soltaban las avionetas publicitarias

 La gente se metía en el mar y corrías serio peligro de ser ahogado por un mastodonte. Mi abuela se ponía histérica. Aquel día mi hermano el mediano fue el único de nosotros que cazó paraca. Después corrí a la ducha con los gritos de mi abuela de fondo. Llegué y estaban ocupadas, aunque yo era la siguiente. Así que se desocupó una y yo allá voy

Me miraba los pies con la cabeza gacha y el flequillo en los ojos, dejando que el agua me resbalara las greñas. Miré mis pies y los pies de la mujer que me quedaban en frente. Ella tenía las uñas pintadas de rojo, yo siempre me quería pintar las uñas pero mi madre se hacía la manicura en la peluquería y creo que los esmaltes me los tenía escondidos. Mis pies y los pies de la mujer de enfrente me hacían gracia juntos. Subí la cabeza y la dejé caer hacia atrás con el agua, y al incorporarme y abrir los ojos vi que la mujer me miraba, pero me miraba quieta, fija a mis ojos y yo a la vez a los suyos. Tenía mi misma mirada, quizás un poco más triste, la piel rosada y pecosa, los pelos se le acomodaban justo como a mí cuando se me mojan. Yo salí corriendo a los brazos de mi abuela y la toalla y no dije nada de ese encuentro hasta llegar a casa. ¿Era posible que me hubiese encontrado conmigo unos años más tarde? Desde entonces cuando voy a la playa de Comarruga siempre miro en las duchas si hay una niña con bañador rosa de topos y volantes en los hombros. 

Preparo mi viaje, el sábado vuelo a Ibiza

¿Maletas?

Dos

Una roja y grande con mis tocados, costurero y cachibachitos para trabajar

Otra mediana con cuatro trapitos para disfrutar de la isla

Aunque ahora que lo pienso

Para disfrutar de la isla solo hace falta una cosa

LA ISLA